UN DIOS CELOSO
En su confrontación con el Faraón, Dios declaró: “Porque yo enviaré esta vez todas mis plagas a tu corazón, sobre tus siervos y sobre tu pueblo, para que entiendas que no hay otro como yo en toda la tierra” (Éxo. 9:14 ( CB ) ).
¿Qué quiso decir el Señor cuando dijo que “no hay otro como yo en toda la tierra”?
“Es imposible para las mentes finitas de los hombres comprender plenamente el carácter o las obras del Infinito. Aun para el intelecto más aguzado, para la mente más poderosa y altamente educada, este Ser santo debe permanecer siempre vestido de misterio” (TI 5:654).
Dios es sin igual (1 Rey. 8:60 ( CB ) ). Él piensa, recuerda y actúa de modos que no comprendemos. No importa cuánto intentemos hacerlo a él a nuestra propia imagen, Dios sigue siendo Dios. Él es el que hizo cada copo de nieve, cada cerebro, cada rostro y cada característica individual única, y “no hay otro” (1 Rey. 8:60). A fin de cuentas, él es el Creador y, como Creador, sin duda es distinto de su creación.
¿Qué nos dicen estos versículos sobre cuánto difiere Dios de su creación? 1 Sam. 2:2 ( CB ) ; Sal. 86:8 ( CB ) ; Isa. 55:8, 9 ( CB ) ; Jer. 10:10 ( CB ) ; Tito 1:2 ( CB ) .
Cuando contemplamos todo lo que Dios es, todo lo que posee y todo lo que hace, es llamativo que pudiera tener competidores. Sin embargo, es así en el sentido de que tiene que “competir” por el amor y el afecto de los seres humanos. Tal vez por eso dice que es un Dios “celoso” (Éxo. 34:14). Dios creó a los seres humanos para que fuesen libres, lo que significa que tenemos la opción de servirle a él o a cualquier otro. Ese ha sido, en muchos sentidos, el principal problema humano: decidir servir a otros dioses, independientemente de su forma, en lugar de servir al único Dios digno de servir, a quien creó todo el universo y es el dueño.
Por eso, indudablemente, es un Dios celoso. ¿Qué hay en tu vida (en caso de que haya algo) que compita con Dios por tus afectos?